ArtÃculo Especial
Un pionero de la OncologÃa ClÃnica: el Dr. Roberto Aquiles Estévez (1925-2000)
Sebastián Lucas Faiad
Revista GeriatrÃa ClÃnica 2016;(01):0011-0012
Los autores declaran no poseer conflictos de intereses.
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Introducción
Uno de los grandes referentes de la Oncología Clínica y de la quimioterapia en nuestro país fue el doctor Roberto Aquiles Estévez (1925-2000).
Luego de la muerte de Roffo, a mediados del siglo pasado, el estudio del cáncer dejó atrás su etapa experimental para abrirse camino hacia el campo clínico. La Oncología comenzaba a sentar sus bases como especialidad de la medicina, con un objeto de estudio bien delimitado y con importantes avances respecto del diagnóstico y el tratamiento del cáncer. Pero aún quedaban grandes incógnitas a las que no se había logrado dar respuesta.
Con su esposa Ofelia Trímboli, también médica, dedicaron toda su vida a la investigación sobre el cáncer. A lo largo de este artículo se hará referencia a la contribución del doctor Estévez a la Oncología argentina, a través de un abordaje en dos sentidos bien diferenciados: primero, la investigación sobre quimioterapia; y segundo, la formación de médicos especialistas. Porque hizo mucho para que la especialidad comenzara a ser valorada en su especificidad en el ámbito académico.
La primera investigación sobre quimioterapia en nuestro país: Quimioterapia Antiblástica (1960)
Roberto Aquiles Estévez recibió su título de médico en la Universidad de Buenos Aires el 6 de mayo de 1951, un mes después de que se recibiera quien sería su futura esposa, Ofelia Trímboli. Con ella contrajo enlace al año siguiente y fruto de ese matrimonio que duró toda su vida nacieron sus tres hijos.
Según una referencia escrita por el propio Estévez en un libro de Clínica Médica, su última materia, el joven médico se preguntaba qué le depararía el destino y apresuraba una respuesta:
“Hoy 6 de marzo de 1951 me he recibido de Médico. ¿Qué me depara el destino? ¿Profesorado, Experimentación Clínica, Cirugía? No lo sé a ciencia cierta, pero en lo que haga, emplearé el mayor esfuerzo, siendo antes que nada y por sobre todo hombre y después médico, en el sentido más íntegro, exaltado y combativo”.
Estos atributos estuvieron presentes a lo largo de su vida. Como era médico civil en el Ejército Argentino, residió en distintos lugares de nuestro país. Quizá el más representativo de todos los lugares que lo acogieron fue Mendoza, en particular la ciudad de San Rafael, porque allí escribió, junto a su esposa, la primera investigación sobre quimioterapia desarrollada en nuestro país. Este importante trabajo, titulado Quimioterapia Antiblástica, fue publicado en Mendoza en 1960. La publicación fue distinguida en mayo de 1959 con el premio Asociación Argentina del Cáncer por ser considerado como el mejor trabajo inédito realizado en el país sobre clínica e investigación del cáncer.
Para poder valorar esta obra, es necesario conocer el contexto de su producción. La quimioterapia contaba con quince escasos años de desarrollo como terapéutica del cáncer. Uno de sus grandes méritos es la sistematización de los numerosos trabajos publicados por colegas en el extranjero, con la minuciosa revisión de los compuestos antiblásticos utilizados tanto en el plano experimental como en el clínico. En cada caso, los autores partieron de la descripción de las teorías circulantes sobre los mecanismos de acción, las afecciones en las que eran empleados y la dosificación, para arribar luego a las conclusiones terapéuticas, basadas también en la propia experiencia clínica.
Por donde se la mire fue una obra significativa y revolucionaria, valga la metáfora. Ya no se ponía en tela de juicio el valor de las mostazas nitrogenadas y de sus derivados, sino que los doctores Estévez y Trímboli fueron por más: se enfocaron en la acción farmacológica de otros compuestos antiblásticos, como algunas hormonas, las quinonas vegetales, los colorantes piridínicos o los falsos metabolitos, por mencionar algunos.
Una autoridad en la materia, el doctor Abel Canónico, fue quien se encargó de prologarla. Allí reconocía que si bien la cirugía y los tratamientos con radiaciones habían avanzado rápidamente, aún quedaba “un amplio sector de enfermos con cáncer para los cuales se ansía el encontrar nuevos recursos que se opongan a la agresión tumoral. Es aquí donde la quimioterapia ha encontrado un camino para fructificar”.
El reconocimiento de los resultados obtenidos en el tratamiento de las enfermedades del sistema hemolinfopoyético (leucemias y linfomas malignos) daba cuenta, en ese momento, de sus efectos favorables. En el caso de algunas neoplasias sólidas, como el cáncer de pulmón, mama u ovario y en “los derrames carcinomatosos de las serosas pleural y peritoneal, sus beneficios son compensatorios”, en palabras del Dr. Canónico.
Por último, esta obra se consolidó como una referencia obligada en el tratamiento farmacológico del cáncer, que todo médico tratante de este tipo de patología debía conocer.
Implicancias de su labor académica
En el Hospital Militar Central “Cirujano Mayor Dr. Cosme Argerich” el doctor Estévez dirigió hasta 1981, por un lapso de veinticinco años, la Cátedra de Oncología Clínica y Quimioterapia. La oncología llegaba de esta forma a las aulas. En 1967 la Secretaría de Salud Pública de la Nación la aprobó, y nueve años más tarde, en 1976, comenzó a reconocerse el título de Especialista en Oncología Clínica a quien hubiera cumplimentado los requisitos del curso. Al Dr. Estévez lo sucedieron en su cargo los doctores Todler y Ricardo Santos. Esta cátedra se mantuvo activamente conectada con servicios hospitalarios de nuestro país y del exterior y se destacó por la calidad de la formación que impartía y la actualización constante de sus contenidos programáticos.
También por iniciativa del doctor Estévez se creó la Cátedra de Oncología Clínica y Quimioterapia en la Universidad del Salvador el 14 de diciembre de 1977. Allí comenzaron a formarse oncólogos clínicos universitarios mediante un curso de especialización de dos años de duración. En 1978 dicha casa de estudios y el Ministerio de Cultura y Educación formalizaron un acuerdo de aprobación de la carrera de Médicos Especialistas en Oncología Clínica y Quimioterapia. Así la Oncología logró hacerse un lugar dentro de las especialidades médicas, sin estar ligada a otras especialidades adyacentes, como la Cirugía, la Ginecología, la Gastroenterología o la Neumonología, por mencionar algunas.
Entre 1978 y 1980 publicó varias investigaciones en colaboración:
• Oncología clínica (1978). Compendio de los avances más destacados de la disciplina, fue escrito en colaboración con los doctores Carlos Antonio Álvarez y Reinaldo Daniel Chacón.
• Manual para el control del cáncer en América Latina (1980). En esta obra se exponían los parámetros epidemiológicos para lograr el control de la enfermedad en la región. Fue escrita en colaboración con los doctores Joao Sampaio Goes y Carlos Antonio Álvarez “http://www.google.com.ar/search?hl=es&tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Carlos+Antonio+Alvarez%22”.
• Drogas antineoplásicas (1980). En este trabajo se daba cuenta de los avances farmacológicos para el tratamiento quimioterapéutico. Fue escrita en colaboración con el doctor Carlos Antonio Álvarez.
Otra contribución significativa vinculada a su persona fue la creación de la carrera de posgrado en Oncología en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica Argentina (UCA), donde se desempeñó como docente hasta su muerte, ocurrida en el año 2000.
En el mes de noviembre de 1978 se celebró en Buenos Aires el XII Congreso Internacional del Cáncer, que congregó a numerosos especialistas del exterior. El Dr. Estévez fue uno de sus principales organizadores, junto con el Dr. Canónico, que lo presidió. Este evento científico fue un hecho trascendental para el afianzamiento de la Oncología argentina. El Dr. Estévez en aquella oportunidad se desempeñó como Director del Comité Científico, fortaleciendo así el contacto con las personalidades de renombre como, por ejemplo, el doctor Baldwin.
Dotado de una gran lucidez y dueño de una envidiable iniciativa, se mantuvo en actividad hasta el fin de su vida. La muerte lo sorprendió con el nuevo siglo. Falleció el 7 de diciembre del 2000, dejando un vacío difícil de llenar en la Oncología argentina.
Consideraciones finales
El legado de un científico está definido, entre otras cosas, por su aporte a un determinado campo del saber. En el caso del Dr. Estévez, este legado se replica año a año con los nuevos especialistas en Oncología Clínica, por un lado, y por otro, en las personas enfermas de cáncer que se someten a un tratamiento quimioterapéutico y superan con éxito la enfermedad. En el primer caso, fue mucho lo que hizo para que la enseñanza de la Oncología cundiera en los claustros universitarios, ayudando a que fortaleciera sus bases; en el segundo caso, sus investigaciones sobre los compuestos antiblásticos fue una alternativa de tratamiento cuando todas las posibilidades de curación parecían cercenadas.
Roberto Aquiles Estévez fue una personalidad de esas que no abundan. Su entrega al estudio farmacológico del cáncer y su constante preocupación por ofrecer a la comunidad médicos especialistas sólidamente formados son sin dudas las marcas personales que trascenderán los tiempos. Por todo esto, bien merecido tiene su lugar en la historia de medicina argentina.
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